viernes, 2 de diciembre de 2011

Comida Club Gastrodelia 26.11.11


El sábado 26 de noviembre nos reunimos el Club Gastrodelia para celebrar una de nuestras reuniones de hermandad.
Puestos en la árdua tarea de catar distintos productos y poder comentarlo en nuestro blog, iniciamos el trabajo con una degustación de aceitunas de sosa, altramuces y cebollitas en vinagre, junto con unos fantásticos patés de aceitunas, berenjena y pimiento que hizo una de las componentes de nuestro club, Bea Biot.

La verdad es que estaban deliciosos, y si nos descuidamos nos quedamos sin pan para continuar después.
Para acompañar este primer “asalto” fueron Santi y Bea quienes nos propusieron una cata de cervezas que os detallamos a continuación.
LAS CERVEZAS

Tyris
 Tyris es una cerveza valenciana, elaborada en Ribarroja, de trigo de color ambarino intenso, turbia de aroma floral con toques de levadura y cítricos, suave entrada, dulce paso amable y fondo largo, amargura elegante y pronunciada. Dicen que es una weizenbier (o cerveza de trigo estricta)
Tripel Karmeliet
Belga. Es “tripel” porque está elaborada con 3 cereales: trigo, avena y cebada, de alta fermentación y un 8% de volumen alcohólico, con una compleja gama de colores de oro a bronce y con una capa de espuma densa y cremosa, es una cerveza muy fina y seca, debido en gran parte a la exclusiva combinación de los tres cereales, el lúpulo tipo Stiermark (aroma de naranja) y las especias, junto al aspecto afrutado de la levadura de la casa Bosteels, que deja notar sus influencias doblemente por su segunda fermentación en botella.
O’Haras
La cerveza O'Hara's Irish Red Ale, de alta fermentación, es de color rojo con espuma beige claro no muy compacta, con un 4,3% de alcohol en volumen; de aroma fuerte a malta y caramelo; su sabor es ligeramente a malta con notas amargas dejando en el paladar una sensación general muy equilibrada.
Hoegaarden
Cerveza belga blanca o “witbier”. Además de la malta, su mezcla necesita de trigo candeal no malteado, cebada malteada, lúpulo, curasao amargo y sobre todo especias como el coriandro. Este trigo confiere sobre la cerveza su color blanquecino y su aspecto turbio. Hoegaarden Witbier blanco es de fermentación alta, ni se filtra ni se pasteuriza y tiene una doble fermentación en botella. Queda pues un color amarillo pálido intenso turbio, una espuma muy blanca, densa y persistente y todavía contiene levaduras vivas. La cerveza es aromatizada al cilantro y a las cáscaras de naranja el proceso le da aromas de trigo, levaduras, toques balsámicos y algún cítrico. Es muy refrescante, cremosa y suave.Éstos le dan su carácter agradablemente afrutado y refrescante. 




Franziskaner Kristallklar
Cerveza Alemana de abadía, rubia de cebada y trigo, 5% de alcohol. La Kristallklar es una cerveza de trigo sin filtrar, por lo que pierde las levaduras que le darían un color turbio característico. Adopta un color amarillo brillante muy limpio en el que apenas se ven burbujas, y una espuma blanquecina consistente y duradera.
El aroma a plátano tan característico no hace excepción con esta cerveza, y es reforzado por el trigo y los cítricos. En la boca presenta un sabor ácido con toques dulzones, que genera espuma, lo que garantiza que se mantenga su tesitura y su sabor afrutado. El final viene con un leve amargor que deja en el paladar un recuerdo frutal que se mantiene un buen rato.
Franziskaner Naturtrüb
Cerveza alemana de trigo. Es una cerveza de color amarillo dorado pelín anaranjado y algo turbio debido al filtrado del trigo, su espuma es blanca, abundante y sedosa. Su cuerpo es bastante ligero, bien balanceado. Muy perfumada ofreciendo un abanico de aromas a bananas, nueces, flores, y especias aromáticas.
Naturtrüb=sedimento natural, eso que se queda en el fondo de la botella si no la movemos, y es lo que mejor sabe.

Como plato principal habíamos decidido hacer una paella, por lo que en nuestra última reunión hicimos una “sesión de brainstorming” para ver qué ingredientes iban a acompañar el arroz. Finalmente la paella fue de pato y pollo de corral, con rebollones y mezclum de setas, garrofón y bajoqueta.


Mientras Jesús se ponía a preparar el fuego para hacer la paella, nos pusimos a colocar en los platos los quesos que previamente íbamos a degustar. Para ello, nuestro amigo Bertrand de la tienda Solo Queso (mercado de Ruzafa) nos había preparado una rueda de degustación. Fue todo un lujo y un detalle por parte de Bertrand el llegar a su tienda “Sólo Queso” y que ya nos tuviera preparada una propuesta de quesos. Desde aquí queremos agradecerle la buena atención que nos presta y lo mucho que estamos aprendiendo y disfrutando gracias a él, del mundo del queso.
LOS QUESOS
La primera propuesta era un queso llamado Puigpedrós, elaborado en La Cerdanya. Es un queso de corteza lavada hecho con leche de vaca, de pasta semidura. En la boca es cremoso, y con un tremendo sabor. En nariz puede “asustar” un poco a los que no gustan de los quesos muy fuertes, pero el sabor es mucho más equilibrado que su olor. Un queso fantástico para empezar.
                                                     Queso Puigpedrós.

El siguiente era un queso de Canarias, hecho con leche de cabra autóctona y corteza ahumada. La textura es similar a la de un semicurado, con un sabor denso a leche y que conjuga muy bien con el ahumado de la corteza. Nos gustó mucho.
                                         Queso canario de corteza ahumada.

En tercer lugar, Bertrand nos recomendó uno de los pocos quesos azules de leche cruda de cabra hechos en Catalunya, concretamente en Palau d’Anglesola, el Blau de l’avi Ton. Una delicia de queso, cremoso, con la intensidad justa y con una corteza natural que está fenomenal solo, pero además lo acompañamos con una mermelada que nos recomendaron en Bodegas Biosca: una mermelada artesanal de cerveza Tyris, que con la dulzura y ligero amargor que le confiere, hace de cada rebanada un auténtico placer gastronómico. Fue el primero en acabarse.
                                                   Blau de l'avi Ton.

Para el cuarto y quinto queso teníamos dos creaciones de una quesería de Trujillo llamada Finca Pascualete: en primer lugar un queso de pasta dura prensado a mano, hecho con leche cruda de oveja. De aspecto curado y rústico, presenta una corteza ligeramente tostada y un cuerpo de ligero color marfil viejo. Su sabor es medio-fuerte y con cierto postgusto ligeramente picante que lo hace más agradable.
                                                El primer queso de Finca Pascualete.

                                           El queso de torta de Finca Pascualete.

El segundo queso llegado desde Finca Pascualete era su queso de torta, elaborado con leche cruda de oveja y cuajo de flor de cardo. Para degustarlo sólo tenemos que hacer un corte circular en la corteza (que luego se come) a modo de tapadera, levantarlo y untar este cremosísimo queso en una rebanada de pan. Es de un color blanco brillante, presentando una textura muy cremosa, casi pomada, y con algún grumo.
Su sabor es intenso, a leche de oveja, y no presenta puntas de acidez ni detalles de amargor, a veces presentes en algunos quesos. Inunda el paladar y es muy persistente. Un queso para “golosos del queso”. Alguien lo comparó como cuando coges con ganas un bote de Nocilla, y te lo acabarías a cucharadas, je, je.




Todos estos quesos empezamos acompañándolos de algunas cervezas que quedaban y terminamos tomándolos con dos vinos valencianos: Aurum y Argentum de Zagromonte, y un vino de la D.O. Manchuela: Vega Tolosa Bobal Cepas Viejas 2007.

LOS VINOS DE LOS QUESOS
Ambos tintos valencianos son dos crianzas del 2009 de Bodegas Zagromonte-Torrevellisca, que con estos vinos y otro llamado Brundisium, han tratado de dar nuevos aires a esta bodega de Fontanars dels Alforins, dentro de la D.O. Valencia.
El Argentum es un coupage de tempranillo y cabernet sauvignon a partes iguales, con una crianza en barrica de 15 meses. A la vista presenta un color cereza picota, con destellos violáceos, borde granate y capa media, limpia y brillante.
En nariz muestra un equilibrio entre frutas rojas maduras y notas avainilladas. Con un poco más de temperatura, se destapan notas de toffe.
En boca nos pareció de cuerpo medio-alto, con una ligerísima acidez que podría domarse con un poco más de botella. Paladar de frutas rojas maduras, (ciruelas, cerezas) y retronasal con presencia de café con leche.
Por su lado, el Aurum se compone a partes iguales de merlot y cabernet sauvignon, con una crianza en barrica de 12 meses.
En fase visual aparece con un color picota intenso y borde granate, limpio y denso.
En nariz sobretodo hay mucha fruta negra madura, balsámicos y cacao. Intensa, compleja y que va desgranándose poco a poco. Para disfrutarlo viendo la evolución en copa.
En boca es muy sedoso y a la vez corpulento, potente, muy cargado de fruta negra casi en compota, incluso en licor. También distinguimos notas de cacao, maderas, especiados o chocolate con menta, que también se hacen presentes en el retronasal. En conjunto, un gran vino que da la mayor expresión de los vinos mediterráneos de la “Toscana Valenciana”. Está en un momento ideal para consumir, aunque pueda aguantar un par de años más mejorando. Habrá que seguirlo, pero muchos pensamos que está en el momento óptimo.
El representante de la D.O. Manchuela fue un vino de Casas Ibáñez: el Vega Tolosa Bobal Viñas Viejas 2007.
Se muestra con un color cereza picota y borde teja. En la nariz se nota cargado de fruta negra muy madura, mentolados y alguna especia como pimienta negra o clavo.
En la boca presenta la ligera acidez de la bobal, cuerpo medio y nos dio cierta sensación de astringencia. Pensamos que deberíamos haberlo catado primero, antes que los vinos de la D.O.Valencia para haber disfrutado más de sus características. También tendremos que probarlo en 6 meses más o un año y ver cómo le sienta la botella, porque seguramente aún pueda evolucionar más.
En el paladar vuelven los recuerdos de fruta negra, balsámicos y ciertas notas de chocolate o incluso alguien mencionó el regaliz.
Un vino prometedor, con una fantástica RCP y que demuestra que se están haciendo cosas bien hechas en la Manchuela, imprimiendo un carácter propio a sus vinos.



Finalmente, llegó la paella a la mesa, y aunque ya nos habíamos metido en el cuerpo un “generoso aperitivo”, disfrutamos completamente de ella porque a Jesús le quedó estupenda. La buena calidad de la verdura fresca y el toque de los hongos, contrarrestaban la intensidad de la carne de pollo y pato, con un arroz bomba de Sollana, el Santo Tomás, que es apuesta segura y se quedó bien suelto, en su punto y con el toque del cocinero que consiguió un perfecto socarrat por el que hubo unas cuantas disputas amistosas.




LOS VINOS PARA EL ARROZ
Nos habíamos propuesto para esta quedada catar dos vinos de alto nivel. Hacía unos meses que tenía un Chateauneauf du Pape de Michel Chapoutier “La Bernardine” del 2007, y quería tomarlo acompañado de los colegas Gastrodélicos. Previamente me fui a Bodegas Biosca, y allí Begoña me recomendó llevarme un rioja llamado “200 monges” (sí, lo escriben con “g” en vez de con “j”), un reserva del 2004 que sería un dignísimo rival frente al vino francés.
Los decantamos una hora y media antes, y ya en ese momento nos iban llegando los efluvios que nos aseguraban que íbamos a disfrutar.
El 200 monges está elaborado por la riojana Bodega Vinícola Real, en unos terrenos junto a las ruinas del antiguo Monasterio de San Martín de Albelda, en los que se ha apostado por un modelo biodinámico de bajos rendimientos por hectárea, abonados orgánicos y selección manual.
Con un 85% de tempranillo, un 10% de graciano y un 5% de mazuelo, se presenta con un rojo rubí intenso, limpio y de capa alta.
En nariz aparecen intensas notas de frutas rojas, trufa, caja de puros, vainilla y tierra mojada que denotan su intensa crianza en barrica.
En la boca es goloso, intenso y con mucho cuerpo, recobrando los aromas de frutas rojas y los recuerdos a maderas, con un postgusto muy largo.
Desde aquí queremos agradecer a Bodegas Biosca su recomendación, ya que los amantes de los vinos con crianza disfrutaron con las elegantes notas de madera de este vino, perfectamente integradas con la intensa carga frutal.



Los Chateauneauf du Pape, toman el nombre del pueblo donde el Papa Juan XXII construyó un castillo en el siglo XIV donde pasaba largas temporadas potenciando el cultivo de vides destinadas a elaborar los vinos que tanto le gustaban.
Concretamente se sitúa en el sureste de Francia, en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, en el distrito de Avignon donde se encuentran las tierras del sur del río Ródano.
Michel Chapoutier también ha optado por un cultivo biodinámico en estas tierras, respetando al máximo el terreno y la uva, tratando de extraer al máximo las virtudes de la Garnacha, que en mayor proporción se une a la Syrah y la Monastrell (Mourvedre) para elaborar este vino.
A la vista aparece con un intenso color picota oscuro, con un menisco amoratado que al agitarse deja unas lágrimas glicéricas que tintan la copa.
Su nariz es compleja, pero sobretodo predominan las frutas rojas o negras muy maduras, arándanos, frambuesas, cerezas, ciruelas negras muy intensas, casi como en compota. También hay rasgos de mineralidad, notas pizarrosas, grafito o tinta china, junto a percepciones de pimienta negra, y alguna especia como canela o clavo.
En la boca entra rotundo, carnoso y aterciopelado, con un estallido de fruta y las notas de mineralidad que inundan el paladar.
En definitiva, un vinazo por el que tengo debilidad, de los que hacen cambiar las percepciones anteriores y plantearte la calidad de muchos vinos que ya has probado. Quiero agradecerle a mi mujer, Asun, por descubrirme este vino y disfrutarlo conmigo de vez en cuando.


EL POSTRE

No podíamos acabar la comida sin un final dulce. De eso se encargó un maestro pastelero, don Julio Fernández, maestro pastelero y padre de nuestro amigo gastrodélico Julio Fernández, que nos hizo un flan impresionante. Tuvimos que pedirle a Julio que lo llamara, y le mandamos una ovación por vía telefónica para agradecerle la molestia que se tomó y demostrarle cuánto disfrutamos con su postre, que nos entró fenomenalmente (algunos repetimos) después del tremendo festín que nos habíamos regalado.




Después de los cafés acompañados por frutos secos bañados en chocolate, y unas copas de whisky o gintonics, cogimos nuestras guitarras, bongos, maracas y el Ipad para tocar unos cuantos éxitos del pop y del rock: hicimos algunas versiones de Creedence, Radio Futura, Los Ronaldos, Beatles, M-Clan, etc…con los que redondeamos un día perfecto entre buenos amigos unidos por la gastronomía.




Ya estamos pensando en la próxima.
Paco Pérez Dolz. Gastrodelia.

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