El pasado domingo 24 de abril nos propusimos hacer una comida para probar distintos tipos de carnes de alta calidad. Para ello, acudimos al mercado de Ruzafa, donde nuestros amigos de Carnes Filo nos recomendaron 3 cortes: uno de buey pastuenco del Valle del Esla, otro de ternera gallega y otro de Kobe criado en EEUU.
Pensamos que tales carnes no debían ser acompañadas por cualquier vino, y ya puestos, decidimos abrir dos buenas botellas de vino: un Numanthia , cosecha del 2000, de la DO Toro y un Clos Dominic Vinyes Baixes, del año 2007, DOC Priorat.
Puestos a afrontar “tal sufrimiento físico” decidimos empezar con un aperitivo, mientras se preparaban las brasas para la carne.
El aperitivo consistió en unas lonchas de un magnífico jamón de Guijuelo, acompañadas de unas rodajas de tomate raf que nos recomendaron en “El cantó de la bona tomata”, una parada del mercado de Ruzafa donde tienen unos tomates de altísima calidad. Estos tomates nos hicieron recordar los sabores de nuestra infancia, cuando las hortalizas y las frutas sabían a lo que son, y no a plásticos insípidos que hoy llenan los lineales de supermercados y grandes superficies. La verdad es que disfrutar de algo tan sencillo, como un buen jamón y un buen tomate, puede convertirse en una gran experiencia. También “hicimos el esfuerzo” de tomar algunas tostadas con un buen foie, que Jesús iba “a tirar a la basura” ;).
El aperitivo fue tomado junto con un cava Rexach Baqués Brut Nature Gran Reserva 2006, que resultó fenomenal.
Una vez hechas las brasas, el maestro Jesús ejerció sus grandes conocimientos en la barbacoa y preparó las carnes en su punto justo.
Mientras tanto, fuimos abriendo los vinos y decantándolos para su posterior servicio. Sólo vertiéndolos sobre el cristal, ya comenzaban a demostrar por su color y algunos aromas que escapaban con la aireación que estábamos ante dos vinazos. Durante la comida fueron evolucionando en aroma y sabor, lo que nos hizo disfrutar aún más catándolos y observando esos cambios que iban aportando más sensaciones a la cata.
La verdad es que las carnes resultaron fantásticas y las tres nos parecieron muy recomendables. La que más nos sorprendió fue la de Kobe por su gran terneza, muy agradable de masticar, se notaba la grasa infiltrada en el músculo que le confería esa propiedad. El buey pastuenco destacó por más potencia de sabor (a los más carnívoros nos gustó más) y estupenda textura, y la ternera gallega fue más suave, igualmente tierna y de sabor más fino.
Acabamos el festín con unas fresas y unas lonchas de queso curado de oveja con membrillo, en una jornada que perdurará durante tiempo en nuestros cerebros, en el paladar y en el corazón...porque en buena compañía es como más se disfrutan estas cosas.
A continuación, haremos una descripción más pormenorizada de las carnes y los vinos catados.
Jesús Cascales y Paco Pérez Dolz©. Gastrodelia.
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