miércoles, 28 de diciembre de 2011

Pequeños placeres gastronómicos, o cómo ser un buen gourmet disfrutando de lo bueno, bonito y barato.


Parece que muchas veces, el término “gourmet” se asocia a productos caros, elitistas y difíciles de encontrar. Y los que amamos la gastronomía sabemos que no es así. Es más, en muchas entrevistas a grandes cocineros o críticos culinarios, cuando son preguntados por sus platos favoritos no suelen referirse a difíciles elaboraciones culinarias, sino a productos que por su sencillez llaman la atención. Más de una vez he oído a Ferràn Adrià hablar de las bondades de una buena tortilla de patata, o he disfrutado viendo a Juan Echanove e Imanol Arias, recorriendo “Un país para comérselo” y dando cuenta con cara de inmenso placer de un “simple” tomate, un queso o un arroz con leche.
Y por eso quiero hacer hincapié en lo de “simple”, porque muchas veces tenemos a nuestro alcance productos de alto nivel, que además, por poco dinero nos pueden ofrecer un placer gastronómico supremo.
Es más, se me ocurre proponer una serie de productos que, a mi entender, son muy asequibles y son “simplemente” una maravilla para el paladar.
Empezaremos por el vermouth, o vermú, como queráis llamarlo. Puede ser que por inercia, nos vayamos directamente a las típicas marcas que nos ofrecen en la televisión, junto a chicos y chicas despampanantes. Y no están malos, pero os recomiendo que busquéis el Vermouth Perucci o el Yzaguirre, y por unos 7 euros la botella estaréis disfrutando de unos de los mejores del mundo en su género.


Dejad un día la comodidad de los lineales de supermercados, e iros a un mercado a buscar unas buenas aceitunas. ¡Sí, hay puestos donde las venden a granel! Y además pueden ponerte un poquito de cada para que las vayas probando. De sosa, partidas, perlas, gazpachas, de Kalamata, sevillanas…pídete también unas cebolletas en vinagre, unos pepinillos o unos altramuces (tramussos dicen en mi tierra). Cuestan muy poco dinero, y son un manjar sublime. Pruébalas con uno de esos vermús, y a ver qué te parece. Eso sí…hazlo como un ritual: búscate tu tiempo, solo, con amigos o con tu pareja. Siéntate, si puede ser en un sitio soleado y con una ligera brisa. Respira hondo, pruébalo y disfruta de cada sensación. Cierra los ojos, y sonríe…es tu momento de disfrute.
Si no te va el vermouth, tal vez una buena cerveza pueda servirte. De nuevo olvídate de las marcas clásicas. Hay miles de cervezas a descubrir. De las comerciales te recomendaría la Alhambra 1925, la de la botella de cristal verde. O si te gustan las más fuertes una Voll-Damm doble malta. Si quieres probar algo diferente, y no te atreves a salir de los dominios de tu supermercado de cabecera, en muchos de ellos ya hay cervezas extranjeras que pueden saciar tu sed. Franziskaner, Judas, Leffe o Grimbergen pueden ser nombres que te orienten, pero ve más allá y prueba otras, de otros países, otras culturas. Eso sí, no todas el mismo día. Es la forma de aprender, de formarse y de disfrutar.




Supongamos que quieres dar el salto a las cervezas de calidad. Hablaremos de ellas en otro post, pero visita alguna tienda especializada y déjate aconsejar. Cada vez salen al mercado más cervezas artesanales, tantas que te sorprenderías de las que se hacen sólo en España. Apúntate nombres como Altura de Vuelo, Rosita, Tombatossals, Galaecia, Mons, La Socarrada…y si no busca entre las de los países de gran tradición como Alemania, Bélgica, Holanda o Reino Unido. Por ejemplo, te recomendaría la Triple Karmeliett (impresionante cerveza), Rochefort, Piraate o Gulden Drak, entre muchísimas otras.
Siguiendo con el aperitivo, y con la visita que te proponemos a tu mercado local en busca de productos buenos, bonitos y baratos, busca un puesto de salazones. Compra unas buenas anchoas (no muchas, aunque sean 2) y disfrútalas con un poco de pan al que puedes añadir un poquito de tomate rallado. O unos boquerones en vinagre para acompañarlo con unas papas. ¿Hay algo más sencillo?

Cuando sea temporada, busca en tu mercado unos buenos tomates. Sí, de esos de verdad, que son irregulares, grandes o pequeños, con algunas marcas o rayas. Vale, ya sé que estás acostumbrado/a a ver esas pelotas de plástico rojo que venden en los supermercados y que llaman por el mismo nombre. Busca un buen tomate raf y llévatelo, como si fueras el Golum del Señor de los Anillos con su “tesooooooro”. No estarás haciendo ninguna barbaridad: es un tesoro de verdad. El año pasado los compré a casi 6 euros el kilo en mi mercado de cabecera. Vale, no quieres gastarte tanta pasta, perfecto llévate uno no muy grande. Pruébalo en casa con unas gotitas de aceite y un poco de sal maldón. Si otro día no vuelves a por más, es que no eres humano. Ah! Valen también los famosos tomates cuarentenos del Perelló, que tal vez encuentres un poco más baratos. Son un manjar, de verdad.

He mencionado el aceite para el tomate, y se me ha ocurrido que es otro tesoro que tenemos en nuestro país. Está claro que podemos encontrar aceites de oliva en el super por un poco más de dos euros, que están bien. Perfecto, gástalos a diario, pero atrévete a comprar una vez un aceite “Premium”. Desde 7 euros puedes encontrar aceites excelentes, y entre 12-15 euros auténticas joyas. El considerado en muchos concursos como “mejor aceite del mundo” se elabora en Alicante y se llama “Masía El Altet”. Yo lo compro por unos 13 euros, y en casa nos dura mucho. Solemos comprar un par de botellas, una de ese aceite (o similar) y otra de otro que sea de variedades distintas. Unas gotitas de esos aceites con una “simple” tostada de pan, son uno de esos premios que nos concedemos. O para aliñar un buen pescado, o acompañar un plato de pasta fresca sin más que aceite y sal.


También puedes coger un poco de ese aceite normal, de todos los días, meterlo en una aceitera y añadirle unos dientes de ajos, unas especias o pimienta, y lo habrás convertido en un aceite aromatizado.
Hablando de la sal. También hay sales distintas cada vez más presentes en el mercado. Por supuesto que no hay que abusar de ella (si eres hipertenso ni mirarla), pero prueba unas escamas de sal maldón sobre un buen filete a la plancha, o con un pescado. La sensación crujiente le da otra dimensión al sabor del producto que acompaña. Hay muchas sales, la rosa del Himalaya, ahumada, con pimienta, etc. Atrévete a probarlas también. No son caras y te pueden (deben) de durar un montón.
Antes te he dicho que probaras unos boquerones en vinagre con papas. A eso vamos, a las papas o patatas fritas, como les llames. Patatas chips, si eres tiquismiquis, vale, aceptamos.
Olvídate por un día de esas de la marca X que compras en el super. Vale, ya sé que me odiarán los dueños de los supermercados, lo asumo. Chorradas aparte, vete a una tienda de barrio de frutos secos, o de nuevo a tu mercado local donde seguro que hay un puesto de frutos secos donde tienen unas papas excelentes, de esas que venden al peso. También tienen cacahuetes, almendras, avellanas y frutos secos que igual ni has probado nunca. Además, con mesura, son muy saludables.
Prueba a tomar esos frutos secos con una copa de manzanilla, bien fresquita o un fino. Esto te dejo que lo compres en el supermercado, vale, que hay. Por ejemplo Manzanilla La Gitana, La Guita, Fino Quinta, Fino La Ina…y si vas a tu bodega igual te recomiendan una Manzanilla Pasada Pastrana, por ejemplo. Una maravilla de vinos, que a nosotros también nos duran en la nevera (bebes un poquito, claro) y salen entre 5-9 euros. Son otro de los tesoros que tenemos en España y a veces no sabemos apreciarlos.

Otros placeres sencillos y baratos que se me ocurren: un buen queso azul servido sobre una tosta con unas gotitas de miel y acompañado de una sidra natural; unas lonchas de buen jamón o cualquier otro embutido ibérico con un cava fresquito, igual que con una manzanilla o fino; unos pimientos, berenjena y cebolla asados regados con un buen aceite, o añadiéndole un poquito de bacalao inglés desalado; un poco de queso fresco (de charcutería o tienda de quesos, no de plástico) con membrillo; una tosta de sobrasada ibérica con un poco de cebolla caramelizada por encima; una buena calabaza asada con un chorrito de miel; unas judías verdes o guisantes frescos salteados con jamón; una buena morcilla de Burgos con una tira de pimiento asado; una ensalada (no de bolsa, por favor) con distintos tipos de lechugas, unas pipas, queso de cabra y una salsa de miel y mostaza…la lista podría ser interminable. Si os apetece, podéis hacer vuestras sugerencias.
Otro día haremos unas recomendaciones de vinos con buena relación calidad-precio, para quien quiera descubrir buenos vinos sin gastar mucho. Eso da para mucho que hablar, así que lo haremos tranquilamente.
En definitiva, lo que quiero transmitir con esto es que podemos disfrutar de placeres gastronómicos sin necesidad de gastarnos cifras astronómicas.
Pues, lo dicho, a disfrutar.
©Paco Pérez Dolz. Gastrodelia.

4 comentarios:

  1. Gran artículo. En tu línea. Insisto ... ¿Para cuando el libro?

    Un abrazo

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  2. El libro saldrá a la vez que el DVD de Sin Perdón live in Yokohama. Je, je...

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