El
pasado sábado 4 de febrero asistimos a un curso de “Iniciación al mundo del
vino y a la cata” en las instalaciones de la vinoteca Enópata (Calle Cuenca
123, bajos).
Y
quien conozca este local, sabrá que aquí se juega en las “grandes ligas” del
vino. Yo al título del curso le añadiría “de los grandes vinos”, porque como
veréis no se trata de un curso de iniciación de los que habitualmente se ven
por ahí.
He
asistido a varios cursos de este tipo en distintas bodegas, y generalmente se
hacen con vinos industriales, bien regalados por los comerciales, o bien con
vinos que al local organizador le interesa que sean conocidos por sus clientes.
Muchas de estas catas-curso, son gratuitas o se ofrecen a precios muy
asequibles para el gran público.
En
Enópata no es así. Este curso, como la mayoría de las catas (que organizan con
asiduidad) cuesta 50 euros, y como ahora veréis, está de sobra justificado por
la calidad que pudimos comprobar en todos sus aspectos. Sirva como ejemplo,
comentar que los 8 vinos que probamos pertenecen a grandes zonas vitivinícolas,
son elaborados por pequeños productores de forma casi artesanal, son
producciones limitadas y de una calidad excelente.
Por
otro lado, está todo lo que rodea al evento. La sala de cata está perfectamente
acondicionada, con asientos cómodos, una gran mesa rectangular donde nos
sentamos los 14 participantes, y donde somos atendidos por Rebeca García
(co-propietaria de Enópata) y un ayudante, que nos sirven los vinos. Tenemos
cada uno de nosotros, un folio con el nombre y denominación de origen de cada
uno de los vinos a catar, y un bolígrafo con el que realizar anotaciones en él.
Cada
uno de los vinos fueron servidos a su correcta temperatura, en copas de cristal
soplado distintas, diseñadas por Juan Ferrer (el Enópata) en función del tipo
de vino a catar. Sirva decir, que aproximadamente el precio de los juegos de
copas exclusivas que teníamos cada participante estaba cercano a los 200 euros.
Y
por supuesto que un curso no puede hacerse sin un profesor. En este caso “el
profesor”: Juan Ferrer Espinosa, conocido por propios y extraños como “El
Enópata”. Un enamorado, mejor como dice él, un enfermo del vino, que lleva más
de 30 años dedicado a estudiar este amplio mundo. Ha elaborado cartas de
restaurantes, asesorado subastas en Christie’s, dirigido cientos de catas y
formado a miles de alumnos, entre otras cosas.
Juan
es una especie de hombre del Renacimiento, polifacético y muy formado, que
durante el curso nos ilustró sus explicaciones con comentarios sobre geografía,
viticultura, química del vino, arte, historia, cine, literatura, etc. Nos dio
una lección magistral, que se hizo amena y participativa, y que personalmente
supuso un aliciente en mi camino por este mundo del vino, impulsándome a
aprender cosas nuevas y formarme como aficionado.
Bueno,
vamos a la faena. Los vinos que catamos fueron los siguientes:
1.
Balbi Soprani 2010. DOCG Moscato d’Asti. (Italia).
Se
trata de un vino semidulce blanco elaborado 100% con moscatel blanco, en la
zona del Piamonte (Noroeste de Italia), concretamente en el área de Monferrato
y en el distrito de Langhe.
Tiene
una graduación alcohólica de 5,5º y un aspecto amarillo pálido con algún
reflejo dorado. En la nariz notamos una tremenda presencia de la moscatel, con
el aroma de la uva, de la flor de viña, algo de melocotón y alguna nota floral.
Viñedos en Langhe
En
boca es amable, dulce sin resultar empalagoso y con toda la expresión de la
fruta antes mencionada. Un vino para beber ya, como aperitivo o para acompañar
algún postre de fruta. Nos gustó mucho. Personalmente lo veo fenomenal para
empezar una reunión gastronómica, charlar con los amigos, cocinar… ¡no veas
cómo tiene que entrar en verano, con el calor apretando!
2.
Domaine
Masson-Blondelet Poully-Fumé Les Pierres de Pierre 2008. AOC Pouilly-Fumé
(Francia).
Nos
pasamos al segundo vino, un blanco 100% sauvignon blanc, que nos traslada a
Francia, en concreto a la AOC Pouilly- Fumé.
La
bodega Domaine Masson Blondelet se crea en 1975, cuando se casan Michelle y
Jean-Michel Masson, que vienen ambos de familias tradicionalmente dedicadas a
la viticultura desde hace 6 generaciones.
La familia Masson-Blondelet
Aunque
también poseen tierras en Sancerre, su principal viñedo consta de 21 hectáreas
en Pouilly-sur-Loire, sobre tierras de arcilla y sílex, donde trabaja un equipo
de tan sólo 9 personas, entre las que se encuentran sus hijos Pierre-François y
Mélanie, que serán la séptima generación de viticultores.
El
vino aparece con un color amarillo pajizo, brillante y limpio. Muestra aromas
de lychis, musgo, nenúfares y algo de anisado. En boca es fresco, sin gran
acidez y con una punta de salinidad muy discreta. Se realza la fruta y los
herbáceos mencionados en nariz, y tiene un final medio.
3. Joseph
Drouhin 2008. AOC Pouilly-Fuissé. Borgoña (Francia).
Este
vino blanco, está elaborado por una de las principales bodegas de Borgoña. Fundada
en 1880, las instalaciones principales están en Beaune, históricamente la
capital vinícola de la zona. Tienen 73 hectáreas de viñedos en Borgoña,
repartidos en 90 denominaciones de origen, incluídas las más prestigiosas como
Musigny, Corton-Charlemagne, Echézeaux o Clos Vougeot, abarcando desde Chablis
hasta el sur de la Cote de Beaune.
En
la actualidad, dirige la bodega Robert Drouhin, y han llegado a instaurarse en
EEUU, concretamente en el Willamette Valley de Oregón, donde su hija Veronique
dirige el Domaine Drouhin, donde se producen vinos de Pinot Noir y Chardonnay.
El
vino que hemos catado, es un 100% Chardonnay de cepas de 60 años, crecidas
sobre suelos arcilloso-calcáreos de las pendientes de Solutré y Vergisson.
El
envejecimiento se realiza parcialmente en depósitos de acero inoxidable y
barricas nuevas de roble durante 6-8 meses.
Se
presenta con un color amarillo dorado y ciertos reflejos verdosos. En nariz
encontramos notas de flores blancas, manzana, uva madura y notas de almendras o
vainilla.
En
la boca es sedoso, ligeramente glicérico, muy agradable y destacan más las
notas de la crianza en madera. Tiene un final más largo que los anteriores, y
me pareció un vino más complejo. Personalmente me gustan mucho los blancos con
crianza, y este es un gran ejemplo. Excelente vino.
4. Francis
Boulard Extra Brut Grand Cru Mailly. AOC Champagne (Francia).
Francis Boulard en el viñedo
Llegamos
a la mitad de la cata con un Champagne, elaborado con un 90% de Pinot Noir y un
10% de Chardonnay, procedentes del viñedo Grand Cru Mailly, en un pueblecito de
la “Montagne de Reims”.
Este
viñedo de alta calidad, con orientación Sur-Este, se cultiva sin productos
químicos desde 2001, y biodinámicamente desde 2004, siendo controlados y
certificados por Ecocert, que es un organismo independiente de certificación
ecológica aprobado por el estado francés.
Se
asienta sobre suelos arcillosos-calcáreos, muy porosos y con gran presencia de
cantos rodados, que imprimen su carácter y condicionan el crecimiento de las
viñas de 30 años.
Este
Champagne se elabora con vinos de la añada 2007 y un 30% de vinos de las añadas
2005 y 2006, haciéndose unas 25000 botellas al año.
Vendimia en el Grand Cru Mailly
Es
un Extra-Brut con tan sólo entre 3 y 5 g/l de azúcar y sin licor de expedición.
Tiene un color amarillo pajizo ligeramente verdoso y ciertos destellos dorados.
En nariz encontramos notas de manzana, cítricos, avellanas tostadas, pan recién
hecho y croissant. En la boca persisten estas sensaciones, con una ligera
acidez, una burbuja fina y muy integrada, cierta sensación glicérica y una
punta de mineralidad muy interesante. Para nosotros fue un gran descubrimiento.
5. Phillipe
et Vincent Lécheneaut Clos des Ormes Morey Saint Denis 2005. Borgoña (Francia).
Hace
su aparición el primer tinto de la cata. Un Pinot Noir 100% de la Borgoña,
elaborado en la Cote Nuits, concretamente en el pueblo de Morey-Saint Denis.
Los
hermanos Lécheneaut trabajan 11 hectáreas de viñedo repartidas en 65 parcelas,
lo que nos da una idea del cuidado y dedicación que prestan a sus uvas,
basándose en una agricultura biológica y muy respetuosa.
Clos des Ormes
Los hermanos Lécheneaut
El
vino muestra un color granate con ciertas notas marrones, y un ribete
anaranjado, de capa media, muy limpio y brillante.
En
aromas muestra una paleta amplia, de notas que huyen de la fruta y se
concentran más en cueros, tierra mojada, tostados, animales de pluma, y a mi
parecer cierta presencia de naranja confitada.
En
boca es sedoso, redondo. Llena la boca de sensaciones de tostados, cuero. Me
llama la atención su apariencia liviana de cuerpo y su tremenda colección de
aromas y sabores. Hay cierta presencia de frutas rojas en segundo plano. Tiene
un final largo y un punto de amargor. Me impresionó por ser un tipo de vino al
que no estoy acostumbrado, y me gustó mucho por su complejidad de matices. Un
vino para aprender y disfrutar estudiándolo.
6.
Clos
Dominic Vinyes Altes 2008. Priorat (España).
Tengo
que confesar que el Priorat ha marcado mi experiencia en el mundo del vino.
Probé el año pasado un vino llamado Lo Món, de la bodega Trossos del Priorat,
que me impresionó. Descubrí unos vinos que te llenaban de aromas, sabores y
sensaciones. Descubrí lo que era un vino corpulento de verdad, la concentración
brutal de fruta negra, y comprendí lo que era la mineralidad en un vino. A
partir de probar ese vino, entendí que debía pasar a otro nivel en los vinos
que probaba, a buscar otras cosas, a subir un peldaño más, y eso me ha llevado
a aprender mucho más y sobretodo a disfrutar de muy buenos vinos.
También
debo decir que la presencia de este vino me motivó mucho a apuntarme a este
curso-cata, porque había probado su “hermano pequeño”, el Clos Dominic Vinyes
Baixes y me había gustado mucho. Aquí teníamos la oportunidad de probar un gran
vino, cuyo precio supera los 40 euros, y que podríamos comparar con otros
buenos Priorats que hemos tomado este año, como los Ferrer Bobet o Val Llach.
Este
vino lo elabora una familia en el pueblo de Porrera, pueblo de no más de 500
habitantes que es conocido porque el cantautor Lluis Llach, quien pasaba muchas
temporadas allí, decidió titular con el nombre de Porrera uno de sus discos.
La
comarca del Priorat se sitúa entre el campo de Tarragona y las tierras del
Ebro, con un clima continental, seco y caluroso en verano y frío en invierno.
Sus suelos son ricos en rocas de edad carbonífera con un grado de metamorfismo
variable, y la más representativa es la licorella. Este mineral pizarroso que
cubre los suelos de sus viñedos, tiene la propiedad de almacenar el calor del
sol durante el día y le permite liberarlo por la noche, lo que hace que las
uvas tengan una óptima maduración y por eso presentan una tremenda
concentración de sensaciones frutales.
Fragmentos de licorella
La
familia de Paco Castillo y Dominic Baireguet, que son los responsables del
proyecto, está toda implicada en la elaboración de unos vinos que según Juan
Ferrer son “como un culturista de 140 kilos, potente y tremendo” frente a la
“grácil y refinada señora” que suponía el Pinot Noir que probamos previamente.
Paco
Castillo se encarga del campo y la elaboración del vino que nace de sus viñedos
de Finca La Tena, situado a 430 metros de altura y con forma de concha
piramidal. Son 7 hectáreas, donde hay unas 19000 cepas, de las que sobre 12000
tienen desde 64 hasta más de 100 años, y que son cultivadas por métodos
biológicos, usando como abono sólo estiércol animal.
Finca La Tena. Clos Dominic.
El
Vinyes Altes se hace con un 75% de uva Cariñena y un 25% de Garnacha de cepas
viejas y bajos rendimientos, con una crianza de 16 meses en barricas de roble
francés nuevas.
Es
un vino de color rojo picota muy intenso, de capa alta y lágrima densa que
tinta la copa. En la nariz nos encontramos con potentísimos aromas de
frambuesas, ciruelas, frutas en licor y ese toque mineral de la licorella. En
boca es potente, grueso, carnoso, cálido, sedoso, casi masticable. Llena el
paladar de esas sensaciones de fruta compotada, con un postgusto largo e
intenso.
Porrera.
7. Domaine
Ogereau Clos des Bonnes Blanches 2005. AOC Coteaux du Layon-Saint Lambert.
Valle del Loira (Francia).
Siguiendo
con los grandes vinos que estábamos probando, Juan nos ha preparado una
sorpresa. Él es catador de oficial de los Vinos del Valle del Loira desde 1999,
y ha catado más de 6000 vinos de esta zona, siendo considerado uno de los
grandes expertos mundiales en la uva Chenin-Blanc, a la que él llama “La gran
dama blanca”.
Así
pues, nos ha incluído en la cata un excelente vino dulce producido por Vincent
Ogereau, cuya familia lleva desde 1890 produciendo vinos de calidad. Este
intérprete de tuba y director de la banda de música de Saint-Lambert, formado
musicalmente en el conservatorio de Angers y con la titulación de Ingeniero
Agrónomo, ha aumentado el viñedo familiar de 12 a 24 hectáreas. Y entre esas
hectáreas, se encuentran los terrenos del pago privilegiado de Les Bonnes
Blanches (por el color blanquecino de las piedras), que discurren junto al río
Layon al sur de Saint-Lambert du Lattay.
Vincent Ogereau y su esposa.
La
peculiaridad de estas viñas, es que están afectadas por un hongo llamado
Botrytis cinérea. Este hongo patógeno de muchas especies, en la vid puede producir
dos tipos de infecciones: la conocida como podredumbre gris, que es resultado
de la infección de plantas que están en condición constante de humedad, y que
acaba produciendo la pérdida de los racimos afectados, que se caracterizan por
un color ceniza.
Uvas afectadas por Botrytis
Por
otro lado, puede producir la podredumbre noble, en que la infección se produce
primeramente en condiciones de humedad, terminando el proceso cuando la vid
está en condiciones de sequedad (verano) y ya prácticamente tiene sus frutos
madurados. En este momento, el hongo elimina el agua de las uvas y deja un
fruto pasificado, con muchos azúcares residuales, minerales y ácidos frutales.
Los
viticultores de ciertas zonas de Alemania, Hungría o Francia han aprovechado
estas uvas afectadas por el hongo y han producido magníficos vinos dulces como
el que nos ocupa.
Estos
vinos, además de ser muy apreciados por sus aromas y sabores, son especialmente
valorados por su dificultad de producción dado que la uva afectada por
Botrytis, produce un antifúngico que mata las levaduras de la fermentación y
hace más compleja la elaboración del vino.
Este
vino tiene un color amarillo dorado, casi ambarino. Presenta una lágrima densa
que cae lentamente por la copa. En la nariz da aromas de uva madura, membrillo,
miel, chirimoya o azahar. En la boca es tremendamente sedoso, denso, cálido y
con gran presencia de las notas de miel, naranja confitada, azahar, ligeras
notas de amargor en el retronasal y ciertas notas minerales al final.
Tremendo
vino, una auténtica joya. Para mi gusto, podría acompañar muy bien algún plato
de foie, pero creo que su mejor acompañamiento podría ser una pieza de Chet
Baker o Miles Davis, para disfrutar lenta y tranquilamente de él.
8.
PX
La Cañada de Pérez Barquero. D.O. Montilla-Moriles. (España)
Para
terminar la cata nos llega otro vino español. Elaborado al 100% con uvas Pedro
Ximénez, que se dice que llegaron a Andalucía desde las orillas del Rhin, de la
mano de un soldado destacado en los tercios de Flandes, allá por el siglo XVI,
y que se llamaba posiblemente Peter Siemens, cuya pronunciación andaluza pudo
derivar en Pedro Ximénez.
La
bodega Pérez Barquero elabora vinos en Moriles desde 1905, y tiene viñedos
situados entre los ríos Guadalquivir, Guadajor y Genil, asentados sobre suelos
ricos en carbonatos cálcicos llamados albarizas.
Las
uvas se recogen y se dejan pasificar en el Lagar de la Cañada, en la Sierra de
Montilla, para después elaborar un vino cuya crianza consiste en el
envejicimento oxidativo por sistema de criaderas y soleras durante más de 25
años.
Uvas en el lagar para su secado.
Viñedos de Montilla-Moriles
El
resultado es este vino, considerado como el más dulce del mundo por sus 500 g/l
de azúcar.
Su
aspecto es de un color marrón intenso, con un borde yodado, de lágrima muy
densa y lenta que tinta la copa de notas marrones.
En
la nariz nos encontramos con potentes notas de uvas pasas, higos secos,
ciruelas, café, cacao, vainilla y madera.
Al
entrar en la boca descubrimos una sensación cálida, muy agradable,
tremendamente untuoso y potente. Aparecen las mismas sensaciones que en la
nariz, con un final tremendamente largo.
Impresionante
vino. Una verdadera joya enológica de nuestro país, y a un precio asequible
para su calidad, rondando los 40 euros.
Pues
este fue el contenido de este curso-cata que para nosotros fue mucho más, por
la calidad de los vinos, por lo a gusto que estuvimos, y por lo mucho que
aprendimos de la mano de Juan Ferrer. Pero sobretodo por ayudarnos a abrir los
horizontes de nuestra experiencia enológica.
Como
dice el Enópata: ¡Felices vinos!
Paco
Pérez Dolz®. Gastrodelia. 6 de febrero de 2012.
Muchas gracias Paco por tus amables palabras y tu excelente artículo. Cuando uno ofrece estos cursos siempre le queda la inseguridad de la percepción que habrá tenido el alumno, y siempre me satisface mucho corroborar que de alguna forma he llegado a vuestros corazones, que es de lo que se trataba. (expandir la Enopatía) Recuerda que: "La forma que tiene La Tierra de comunicarse con nosotros es el vino" Felices vinos amigo.
ResponderEliminarGracias a tí, Juan. Haces una gran labor para quienes disfrutamos con el vino. Saludos gastrodélicos.
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